Saturday, June 19, 2010

Visita a los abuelos, o vacaciones con papá

Durante varios días había notado mucho movimiento en mis papás. La nevera casi vacía, un montón de ropa fuera de los armarios… y al final una maleta grande en medio del salón, un entretenimiento perfecto para mí, que podía subirme sobre ella y así alcanzar a ver por encima del sofá.

El domingo, por fin, papá me despertó muy temprano, más o menos a las 5 AM y salimos con las maletas a coger un taxi camino del aeropuerto. Por un malentendido en la emisión de mi billete, estuvimos un buen rato en el mostrador hasta que por fin tuvimos nuestras tarjetas de embarque y fuimos hacia el avión. Mamá no estaba con nosotros y no podía imaginar entonces que no la vería hasta unos cuantos días después.


Tomamos un avión de Lufthansa a Múnich. Tanto las azafatas como una policía al llegar a Alemania nos preguntaron si viajábamos solos y alabaron lo valientes que éramos. La verdad es que el vuelo no fue para tanto: me regalaron un pequeño avión de peluche y me dieron una papilla de frutas. Además, al no ir lleno, tuvimos la suerte de tener la silla de al lado libre, así que me pude acomodar ahí durante buena parte del vuelo; un alivio para papá sobre todo mientras él comía.


En la escala en Múnich tuvimos que ir de una punta a otra del aeropuerto. Mientras esperábamos para abordar el siguiente vuelo, estuve jugando y corriendo sin parar. Era la primera vez que caminaba largo tiempo con mis zapatos; al principio con algo de torpeza, pero poco a poco fui cogiendo el ritmo y al final ya no quería parar. La gente alrededor era muy simpática y estuve jugando con muchos de ellos.


Un par de horas después, cuando ya empezaba a notar el cansancio, por fin aterrizamos en Madrid. Allí nos estaban esperando mi tío Alejandro y mi tía Patricia, a quien no había podido ver antes más que por la pantalla del computador. Al llegar a casa, mi abuelito no podía creer que yo estuviese ahí. Y es que mi llegada lo tomó completamente por sorpresa: papá ya tenía previsto ir a visitarlo tras su operación, pero mi viaje lo organizamos a última hora y después de que mamá decidiera asistir durante esos mismos días a un congreso en Turín.


Los días en Madrid fueron muy divertidos, estuve feliz con mis tíos y mis abuelos. Dormí plácidamente, jugué con todo lo que tenía mi abuelita para mí y mis primos y comí estupendamente todos los manjares que me preparó mi abuelita (los mismos que papá cuando tenía mi edad le rechazaba). También me di unos cuantos golpes: en la calle me caí una vez; de la cama me tiré, aunque la maleta amortiguó mi caída; y en la bañera me resbalé. Ninguno fue un golpe fuerte ni me dejó marcas afortunadamente, así papá tuvo la suerte de que mamá no se enterara. Pero sobre todo disfruté mucho del cariño y de la compañía de mi abuelito, que afortunadamente –y espero que mi presencia haya ayudado- se está recuperando rápidamente.


El jueves por la tarde tuvimos que regresar. La despedida en el aeropuerto fue emotiva, pero no especialmente triste, sobre todo porque sabemos que en unas pocas semanas volveré a verlos –esta vez con mamá-. El vuelo de regreso fue también tranquilo, aunque en Madrid –y para aterrizar en Múnich- tuvimos algo de retraso debido al mal tiempo; nada grave, pues alcanzamos a tomar el vuelo a Dubai, eso sí, después de una buena carrera por el aeropuerto. El vuelo era de noche y pude dormir la mayor parte del tiempo. Me dieron una cuna, aunque supongo que ésta sea la última vez que pueda usarla porque apenas cabía en ella y, además, al despertarme me puedo levantar, así que por seguridad no puedo quedarme ahí solo.


Ayer, al llegar a casa, me sorprendí al reconocerlo todo, pero fue entonces cuando fui consciente de que ya hacía casi una semana que no veía a mamá. Después de una larga siesta, bajamos con papá a la piscina y nos refrescamos, pues está haciendo ya bastante calor. Hoy, hemos pasado un día tranquilo y vamos ahora a ir al mall a dar un paseo y a comprar para tener desayuno para mamá que, según dice papá, llega esta noche tarde. Yo seguramente no sea capaz de aguantar despierto, así que hasta mañana, mamá. Buen viaje.