Las vacaciones en Colombia fueron estupendas. Durante el mes que pasamos allí, engordé un Kg. y crecí 5 cm. Ya paso muchas más horas despierto durante el día. He descubierto que además de jugar con mis muñecos también lo puedo hacer con mis pies: me encanta metérmelos a la boca, ¡aunque a veces los calcetines no me dejan morderlos! También empiezo a ser un poco más ágil: ya he descubierto que puedo darme la vuelta, aunque no tengo del todo controlada la técnica y a veces se me enreda el brazo.
En Bogotá conocí a mucha gente: tíos, primos, amigos, vecinos, en fin... Todos fueron muy amables y me regalaron muchas cosas lindas. Gracias a todos por ser tan especiales conmigo.
El primer fin de semana que estuvo papá con nosotros fue la celebración del 90 cumpleaños de mi bisabuelita Isabel. Estuvimos en el Sisga, en la casa de mis tíos Beatriz y Donald. Fue una fiesta preciosa, con toda la familia Guzmán. Y como yo era el único de los bisnietos presente, le robé parte del protagonismo a la abuelita. Mis papás, mis abuelos y mis tíos maternos y paternos sembraron un árbol en mi nombre y otros en nombre de mis primos Carolina y Santiago; es un cedro que seguro tardará mucho en crecer, pero espero ir a visitar cada vez que vaya de vacaciones a Colombia, probablemente con José María, el hijo de Alvarito y Erika que está a punto de nacer y que, cómo no, también tiene su árbol.
El otro gran acontecimiento en Bogotá fue mi Bautizo, el 30 de noviembre a las 12 del día en la Iglesia de Santa Clara. Estuve toda la misa despierto, sonriendo y jugando, incluso el sacerdote que ofició lo notó y varias veces mencionó mi nombre. Después de la misa me llevaron a una pila en la que estaban mis padrinos Otto y Lula, mi bisabuela y mis papás. El padre hablaba de mí y varias veces puso su mano en mi frente, en mi pecho y en mi cabeza; me echaron agua pura de río Jordán y aceite de oliva virgen de Belén, ambos regalo de mi amigo Nicolás, como recordatorio de su propio bautizo en El Líbano.
Después de la ceremonia fuimos a almorzar casa de mis abuelos, todo exquisitamente preparado por mi tía Lula. Al día siguiente revivimos la misa, pues casualmente la habían grabado para emitirla por televisión. Tres veces la transmitieron, y tres veces estaban mi abuela y mi mamá pegadas al televisor.
Colombia me ha gustado mucho, intentaré volver cada vez que pueda a pasar mis vacaciones y mantener un fuerte vínculo. Una vez más gracias a mis abuelitos por su cariño, a mi tía Andalucía por dormir conmigo cada noche y despertarse para darme de comer, a mis tíos Romi y Otto por haber ido desde Argentina a conocerme, a mi bisabuela por sus mimos y a todos los demás tíos, primos y amigos por hacerme sentir feliz.
Emocionante relato de tu primer viaje a Colombia, Emilio. Has entrado en la familia cristiana como un verdadero príncipe, bautizado con agua del Jordán y aceite de Belén. Estoy seguro de que cuando seas mayor y releas todo esto te sentirás muy orgulloso de tu familia y de tus raíces.
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