Friday, January 14, 2011

Bangkok: Días 5 y 6

El miércoles nos levantamos tarde otra vez. Fuimos un momento a la juguetería que ya mencioné y todos estábamos sorprendidos de la variedad y calidad de los juguetes de madera. Pero tuvimos que volver rápido a casa porque ya nos recogían para hacer un tour por la ciudad.


El único problema del tour es el tráfico tan denso de Bangkok, que hace muy lentos los desplazamientos; pero de cualquier modo mereció la pena. La primera parada fue en el templo de Wat Traimit (literalmente, "de los tres amigos"), donde está el Buda de Oro: una estatua de oro macizo -de hecho, la mayor estatua de oro del mundo- que mide unos 3 metros y pesa unas 5 toneladas y media. Estuve jugando por todo el templo, mientras había algunos monjes y otras personas adorando a Buda, pero toda la gente fue muy amable conmigo y muchos incluso querían también jugar. Después fuimos a un segundo templo: el Wat Pho, donde está el famoso Buda Reclinado, una mole de 15 metros de alto por 40 de ancho. No es el más grande (sólo es el tercero de Tailandia) pero dicen que es el más hermoso.  Por el camino vimos varios templos muy bonitos, pero muchos de ellos no permiten la entrada de visitantes.

La otra parte del tour era un paseo en barco por los canales de la ciudad. Fuimos al muelle donde cogimos un barco largo, estrecho, con un motor enorme que hace mucho ruido. Un barco parecido al que cogieron mis papás para ir al mercado flotante, pero mucho más largo. Durante el trayecto se ven casas de locales de todos los tamaños y formas, ricas y pobres... incluso había algunas señoras en pequeñas canoas vendiendo comida a los barcos más grandes. A mitad de camino el sueño me venció y dormí el resto del tiempo e incluso después en mi cuna al volver a casa. Pero antes de regresar paramos en el Wat Arun, el "templo del amanecer", que queda enfrente al Wat Pho y el Gran Palacio, al otro lado del río.

Por la noche fuimos a cenar, por fin, al Zalute (el restaurante enfrente de la juguetería): fue una cena también exquisita (aunque yo, igual que todos estos días, no quise probar casi nada). Me quedé al postre solo con mis abuelitos, pues mis papás se fueron al terminar el plato a hacerse un masaje tailandés de 2 horas. Nos volvimos a encontrar en casa y regresaron con una cara de relajación que, supongo, quiere decir que el masaje realmente sirivió.

Ayer, jueves, lo primero que hicimos fue volver a Plan Toys a terminar de escoger y comprar unos cuantos juguetes: todos me encantaron y disfruté mucho en la tienda jugando con todo mientras mis papás y abuelitos miraban y miraban las estanterías. Después, volvimos a Siam Paragon a hacer unas pocas compras más, y por la noche me volví a quedar solo con mis abuelitos mientras mis papás se fueron a cenar y a escuchar jazz. Yo me fui a dormir antes de que regresaran; no fue tan tarde y hoy todos nos hemos levantado un poco más temprano para aprovechar el poco tiempo que nos queda aún en Bangkok.

Tuesday, January 11, 2011

Bangkok: días 3 y 4

Ayer por la mañana me desperté muy tarde, casi a las 10 am. Cuando me levanté, me encontré con que estaba solo con mis abuelitos. Mis papás se habían ido a las 7 am a visitar el mercado flotante de Damnoen Saduak, el más tradicional. De regreso pararon a montar en elefante: me hubiera gustado poder hacerlo, pero me temo que me voy a tener que esperar unos cuantos años antes de hacerlo.

Damnoen Saduak
Al final regresaron a casa casi a las 2 pm. Intentamos encontrar algún sitio para almorzar cerca, pero a los restaurantes que nos habían llamado la atención llegábamos justo cuando estaban cerrando. Yo decidí dormirme mientras ellos se tenían que conformar con un poco de comida rápida para engañar el hambre y, cuanto antes, volver a casa para terminar mi siesta y descansar un poco.

Después, al final de la tarde, salimos a caminar por la calle de Silom, que está a una media hora. Vimos edificios muy bonitos al lado de otros muy mal tenidos: es una ciudad de contrastes permanentes y de sorpresas a cada paso. Vimos también un gran ejemplo de generosidad, cuando un camarero de un pequeño restaurante le regaló dinero a un viejito que iba por la calle empujando un carro, y cómo le pagó con una mirada de agradecimiento enternecedora.

Al final del paseo, después de pasar por un templo hindú, llegamos a Baan Silom, una pequeña plaza con un hotel y un montón de tiendas y restaurantes. Mamá y mi abuelita estuvieron un rato escogiendo sus compras y, después, tomamos una cena exquisita en Niu’s, donde además tocan jazz en vivo (pero sólo empezaba cuando nosotros ya nos teníamos que ir).

Hoy nos levantamos un poco más temprano, yo a las 9 am. Fuimos al zoológico de Dusit y, aunque todavía no le hago mucho caso a los animales, lo disfruté y jugué con algunos niños locales. Vimos el espectáculo de las focas, cuyos juegos me recordaban mucho a lo que hago yo en mis clases de natación - pero a ellas les dan pescadito cuando hacen algo bien.

Después de comer fuimos a la zona comercial de Siam: mamá estaba encantada con las tiendas de ropa y yo mientras hice la siesta. Hicimos algunas compras más en el Siam Paragon, un centro comercial enorme donde volveremos a ver el acuario. Cenamos -yo me comí más de la mitad del pollo de papá- y regresamos a casa en el Sky Train, un metro elevado muy rápido y muy cómodo, para darme un largo baño con papá y, por fin, irnos a dormir. Mañana parece que será otro día movidito.

Sunday, January 9, 2011

Bangkok: días 1 y 2

Aterrizamos en el aeropuerto de Bangkok ayer hacia las 8 am, después de un vuelo razonablemente bueno, aunque me sentí un poco incómodo (o sea, grité como un salvaje) mientras despegamos. La primera impresión es que la gente realmente es tan amable como dicen. Salimos de la terminal y cogimos un taxi. Los taxis aquí no pasan desapercibidos: son todos de colores muy, digamos, vivos. El nuestro era rosa, pero los hay también naranjas o verdes con amarillo, por ejemplo.

En el hotel, mientras mamá y yo hacíamos una siesta, papá bajó a la piscina y a la sauna. Al rato llegaron mis abuelitos (que venían en otro avión) y salimos a comer por la zona. Fuimos a The City Viva, un pequeño centro comercial que acaban de abrir hace unos días y donde había espectáculos para niños; después de jugar un rato y de salir durante bastante tiempo en una valla-pantalla gigante, comimos en una especie de japonés.

Para bajar la comida, caminamos por el barrio... no es fácil ir por las aceras en mi coche, y tampoco hay muchas rampas, así que papá tiene que hacer ejercicio y malabarismos cargándome escaleras arriba y abajo. Encontramos una tienda de juguetes de madera muy bonitos pero estaba cerrada, por lo que vamos a tener que regresar otro día.

Después de jugar un rato en el parque del edificio fuimos a cenar a un restaurante que está al lado y que por lo visto es muy famoso: Sara Jane’s. Pedimos varios platos para probar, como Som-Tum (una ensalada con base de papaya, aunque no encontramos la papaya), Larb (una ensalada de carne de cerdo) y Tom Yum (una sopa de gambas). Resultó todo un poco picante, aunque lo pedimos sin chili, y entonces papá se lo acabó comiendo casi todo.
Nos acostamos temprano, pero al rato me desperté y, después de gritar como un bárbaro, me costó mucho dormirme de nuevo. Esta mañana, entonces, nos levantamos tarde y nos lo tomamos con calma para arreglarnos.
Finalmente fuimos a visitar el Gran Palacio y el templo del Buda de Esmeralda (Wat Phra Kaew en tailandés). El recinto es enorme y muy bonito. Yo dormí buena parte de la visita, pero luego lo pasamos muy bien jugando por los jardines, donde había unos árboles preciosos.
El regreso, sin embargo, no fue tan divertido: había un tremendo atasco y era imposible coger un taxi, ni siquiera un Tuk-tuk. La única alternativa que nos quedaba era un barco por el río, así que atravesamos el pequeño mercado donde vendían todo tipo de comidas para llegar al embarcadero. Subimos al bus-barco, una plataforma donde parecía imposible que entrara una persona más y sin embargo seguían subiendo por decenas. Íbamos muy incómodos, evidentemente, pero lo peor fue cuando el controlador, avisando que llegábamos a la siguiente estación, pitó con su silbato y me asustó mucho. Desde entonces, ya no pudimos disfrutar de la vista (tendremos que volver a dar un paseo, pero en un barco decente) y después de tres estaciones decidimos finalmente bajar.
En la calle, buscando medio de transporte, un Tuk-tuk se intentó aprovechar de nuestro cansancio y de la evidente pinta de turistas, y quería cobrarnos quizás unas 10 veces lo que costaría normalmente, y más del doble de lo que finalmente nos cobró el taxi que cogimos.
Fuimos a MBK (o Mahboonkrong), un centro comercial enorme donde por fin almorzamos (cuando ya era casi la hora de cenar), paseamos, e hicimos una pequeña compra en el supermercado, para cenar en casa. Ahora, estoy comiendo mi yogur de postre y haciendo tiempo para irnos a la cama... Ojalá esta noche durmamos mejor.

Sunday, January 2, 2011

¡Feliz 2011!

Para mí, el primer día del año nuevo ha empezado como cualquier día normal: me desperté alrededor de las 7 am, desayunamos, jugamos con todos mis juguetes -incluido el iPad- hasta la hora de comer, para después hacer una buena siesta. Por la tarde fuimos un rato a casa de Sam por su primer cumpleaños.


La "celebración" de la llegada del año fue prácticamente como un día normal. Después de la trasnochada en nochebuena, cuando no me podía dormir y al final estuve varios días con los horarios desajustados, decidimos que lo mejor era quedarnos en casa y pasar la noche en familia. Yo me fui a dormir un poco más tarde de las 9 pm y, después, mis papás cenaron y se bebieron una botella de buen vino. A media noche se alcanzaron a ver desde el balcón los fuegos artificiales de la Palmera y los del Burj Al Arab, y un rato después ya ellos también estaban dormidos profundamente.


Pero para que no fuera un simple día normal, ya habíamos ido a almorzar, a modo de celebración adelantada, con Violeta, Roberto y los niños, y Kapi y sus hijos. Comimos en JBR... o, mejor dicho, comieron, porque yo estuve durmiendo prácticamente todo el tiempo. Estuvo muy divertido, y después mientras paseábamos incluso monté en la bicicleta de Roberto.


A ver qué haremos para la próxima vez... probablemente yo esté todavía muy pequeño, no para aguantar, pero sí para disfrutar una noche larga y con frío... así que si tuviera que apostar, diría que vamos a repetir en casa.


Por ahora, ¡mis papás y yo les deseamos un muy feliz 2011! y esperamos este año poder ver a muchos amigos alrededor del mundo.