Ayer por la mañana me desperté muy tarde, casi a las 10 am. Cuando me levanté, me encontré con que estaba solo con mis abuelitos. Mis papás se habían ido a las 7 am a visitar el mercado flotante de Damnoen Saduak, el más tradicional. De regreso pararon a montar en elefante: me hubiera gustado poder hacerlo, pero me temo que me voy a tener que esperar unos cuantos años antes de hacerlo.
Damnoen Saduak |
Al final regresaron a casa casi a las 2 pm. Intentamos encontrar algún sitio para almorzar cerca, pero a los restaurantes que nos habían llamado la atención llegábamos justo cuando estaban cerrando. Yo decidí dormirme mientras ellos se tenían que conformar con un poco de comida rápida para engañar el hambre y, cuanto antes, volver a casa para terminar mi siesta y descansar un poco.
Después, al final de la tarde, salimos a caminar por la calle de Silom, que está a una media hora. Vimos edificios muy bonitos al lado de otros muy mal tenidos: es una ciudad de contrastes permanentes y de sorpresas a cada paso. Vimos también un gran ejemplo de generosidad, cuando un camarero de un pequeño restaurante le regaló dinero a un viejito que iba por la calle empujando un carro, y cómo le pagó con una mirada de agradecimiento enternecedora.
Al final del paseo, después de pasar por un templo hindú, llegamos a Baan Silom, una pequeña plaza con un hotel y un montón de tiendas y restaurantes. Mamá y mi abuelita estuvieron un rato escogiendo sus compras y, después, tomamos una cena exquisita en Niu’s, donde además tocan jazz en vivo (pero sólo empezaba cuando nosotros ya nos teníamos que ir).
Hoy nos levantamos un poco más temprano, yo a las 9 am. Fuimos al zoológico de Dusit y, aunque todavía no le hago mucho caso a los animales, lo disfruté y jugué con algunos niños locales. Vimos el espectáculo de las focas, cuyos juegos me recordaban mucho a lo que hago yo en mis clases de natación - pero a ellas les dan pescadito cuando hacen algo bien.
Después de comer fuimos a la zona comercial de Siam: mamá estaba encantada con las tiendas de ropa y yo mientras hice la siesta. Hicimos algunas compras más en el Siam Paragon, un centro comercial enorme donde volveremos a ver el acuario. Cenamos -yo me comí más de la mitad del pollo de papá- y regresamos a casa en el Sky Train, un metro elevado muy rápido y muy cómodo, para darme un largo baño con papá y, por fin, irnos a dormir. Mañana parece que será otro día movidito.
No comments:
Post a Comment