Esta mañana bajamos por primera vez a la piscina. Yo todavía no puedo bañarme -el doctor me indicó que esperara hasta los cuatro meses- pero sí tomar el sol. Hoy estrené mi traje de baño y mi gorra, y disfruté mucho de la brisa, de las palmeras y de un cielo azul que no habíamos visto en Dubai probablemente desde que yo nací.
Pero la verdadera sorpresa llegó tras la comida. Por lo visto, hace unos días, en una de mis salidas con mamá y mis abuelitos, ellos me compraron un regalo. Hoy vinieron a casa dos señores muy amables que armaron una cama de madera maciza, muy bonita y que me va a durar, sin duda, muchos años.
Por la tarde mamá se fue con mi abuelita a comprar sábanas y algunas otras cosas. Papá y yo, mientras, nos quedamos con mi abuelito: él me dio de comer, ayudó a cambiarme el pañal y a darme un buen baño - hoy hasta la esponja era nueva.
Y, ya con todo listo, es hora de ir a dormir en mi nueva cuna. Que yo en pocas semanas quede ya estrecho en mi moisés y que empiece a usar una cama grande -y aunque dentro de ella me veo muy pequeñito- me hace dar cuenta de lo rápido que pasa el tiempo y de que, poco a poco, me voy haciendo mayor.
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