Friday, September 11, 2009

Despedida

La casa se siente vacía, algo falta. Esta mañana me desperté de muy buen humor, sonriéndole a mamá cuando se acercó a cogerme. Pero al poco rato me di cuenta de que todos estaban hoy diferentes, con las miradas tristes. A esta hora mis abuelitos habrán despegado ya desde Doha, de regreso a su casa en Madrid.

Estas últimas dos semanas han sido muy felices. Volví a ver a mi abuelita Pilar, que es capaz de hacerme dormir como nadie, y conocí a mi abuelito Luis Fernando, que además de consentirme, alimentarme, cuidarme y jugar conmigo, ha hecho un montón de cosas en casa para que yo pueda estar más cómodo y contento.

En estas dos semanas todo ha cambiado mucho. Cada vez paso más tiempo despierto; ahora ya disfruto del momento del baño, creo que el secreto es que el agua esté un poco más fresca y, sobre todo, que no esté hambriento y el bañarme implique retrasar la comida... más aún ahora que he aumentado mi dosis y estoy comiendo mucho más. Y eso, por supuesto, se nota: he ganado peso y me he estirado. Lo noto, por ejemplo, en que cuando papá me coge en volandas, ya no quepo entero en su brazo; también en los pijamas que hace poco compró mi mamá y le parecieron enormes, pero que ahora, pocos días después, me quedan ya justos.

Por la noche ya duermo con la luz apagada y he descubierto nuevos lugares donde hacer mis siestas, incluyendo el sofá del salón del cual he desplazado a mis papás, que tendrán por fin que comprar otro. También ha cambiado la casa: mamá ha preparado su entorno de trabajo, y yo tengo también ya mi propio rincón, con cama grande, con repisa propia y con todos mis juguetes y adornos a mano.

Pero sobre todo me empiezo a dar cuenta de lo que ocurre en mi entorno y empiezo a reconocer las cosas y a la gente. Y me estoy dando cuenta de que hay muchos que me quieren y que están pendientes de mí. Apenas voy a cumplir dos meses y ya he tenido que pasar varias veces por el trago de despedir a mi familia. Son momentos amargos, pues la distancia hace dificil el poder vernos con la frecuencia que querríamos. Pero, así mismo, son oportunidades de demostrarnos cuánto nos queremos y de proponernos hacer esfuerzos para mantenernos unidos y compartir, de un modo u otro, los pequeños instantes de nuestras vidas.

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